Enero  13, 2022

Episodio 24: Un poco más de lo mismo. Del mismo modo y en sentido contrario.

¿Estamos preparados para este 2022?, vuelta al trabajo 100%, elecciones, los mismos en las mismas. Escuche este episodio con algunas reflexiones acerca de este año que pinta distinto, del mismo modo, pero en sentido contrario. Un poco más de lo mismo tal vez, o mucho de lo mismo y poco de cambio. Dejo abierto el debate.
Comparte este episodio:
Episode cover: Un poco más de lo mismo. Del mismo modo y en sentido contrario.

Música: Camilo Monery

Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX Kuwoxati podcast

Bienvenidos a la segunda temporada.

Episodio No 24

Un poco más de lo mismo.

Del mismo modo y en sentido contrario.


Preludio

Un nuevo año lleno de retos, esperando que los calzones amarillos, las 12 uvas, la vuelta a la manzana o cualquier agüero pueda ayudar con la forma de enfrentarnos a este 2022. Un año que promete no ser tan agresivo como los dos anteriores, pero que nos tiene en vilo con cepas con nombres de Transformers, vuelta a los trabajos con presencialidad 100% y hora nalga en una oficina como si no hubiéramos aprendido absolutamente nada en esta pandemia, vaya y móntese al transporte público como foco de contagio y no use el carro, ya que eso pa qué, una economía cada vez más precaria con pajazos mentales como la subida del salario mínimo, el pan de 400 pa arriba, el dólar por encima de los 4000 y una incertidumbre bastante amplia. Las indicaciones de gobierno son confusas y las decisiones en las empresas se toman por razones equivocadas, se hace porque el vecino lo hace, se toma esta decisión porque es así sin posibilidad de preguntar y como una imposición que se antepone a la amenaza de un despido, no se piensa en lo que piensan y sienten los demás, ni lo que implican estas decisiones en la calidad de vida de las personas. Cómo siempre, todo se decide detrás de un escritorio sin preguntarle a las personas que quieren, como se sienten mejor, o si están preparadas para afrontar decisiones sin anestesia. La cultura de celador es el plato de primera mesa, poca confianza en la gente y la hora nalga como nuevo pedido del día. Al final ¿Qué estamos haciendo? ¿realmente no hemos aprendido nada en estos años de pandemia? Estas son algunas contradicciones que nos trae el 2022. Del mismo modo y en sentido contrario.


Puntos de fuga

Cagados y con el agua lejos:

En tiempos donde la corrupción en el país cada vez es más vergonzosa, donde se abudinean los recursos con venias de los gobernantes, donde el peor presidente de la historia llegó en la peor tormenta que hubiera podido tener para la gente, pero la mejor para la corrupción, el clientelismo y la mermelada, nos encontramos en la encrucijada de pensar ¿Para dónde vamos? Y es que no es fácil, la demagogia que se comienza a emplear en época de campaña en la que en las redes ya nadie le cree a los políticos, pero se sigue votando por los mismos o haciendo fraude en las elecciones (un ejemplo muy claro es la incongruencia de cifras entre el DANE y el Consejo Nacional Electoral) y eligiendo a las mismas personas de las cuáles nos quejamos. Esto deja en evidencia que nuestras perspectivas carecen en muchas ocasiones de criterio y de formación política. La ausencia de diálogo y de debate sano ha terminado por polarizar las opiniones y generar bandos, que terminan por desdibujar cualquier gama cromática de opiniones para convertirlo o en blanco o en negro. Uno no puede decir “me gusta esta idea” o esta persona porque de inmediato es una etiqueta que se coloca sobre nuestros hombros.

Al final pareciera que se ha definido la sociedad en términos escuetos, en “personas de bien” o “primera línea”. No hay debate, solo 2 polos que se enfrentan constantemente. Si a esto le sumamos la función de los medios de comunicación que también son parcializados y responden a la tendencia política de sus dueños, cae en evidencia que todo contenido informativo cuenta con una editorial comercial o de poder, y que se pierde definitivamente el derecho que tenemos todos de ser bien informados. El derecho a la información, debería estar en las manos de todos, con periodismo responsable que nos permita un contexto y el desarrollo de un contenido para luego crear nuestras propias opiniones y toma de decisiones. Deberíamos poder hablar en la mesa de política y religión, escuchando y respetando las opiniones de todos, debatiendo con argumentos, ideas y propuestas, y no simplemente esperando a que la tía uribista se pare de la mesa entre gritos, o que uno termine por darse cuenta que muchos familiares son refachos y de derecha extrema con ideas bastante extremistas que dejan mucho que desear.

El país requiere una educación desde la base que permita que todos puedan aprender a expresarse y defender sus ideas sin atacar al otro, sino argumentando. No más falacias Ad Hominem, necesitamos recuperar la capacidad para el diálogo con el fin de llevar a otro nivel el sentido de sociedad. Al final todos somos seres políticos, que opinamos y que podemos analizar la sociedad y todas sus variables. Por creer que eso es tema de otros, es que nos meten los dedos a la boca todos los políticos y hacen lo que quieren con el poder que tienen. Ejemplo de ello son las decisiones que toman cuando nadie puede ver u oponerse, con el fin de sacar provecho de la situación. Miren cuantas veces han aprobado cosas sin siquiera debatirlas, metiendo micos y generando incertidumbre. Hacer eso señores políticos también es violencia, escúchenlo bien, las personas que los eligen merecen respeto. Esto es apenas un abrebocas del año, en términos generales que se puede trasladar a todo lo particular. El trabajo como un lugar de imposiciones constantes que no permiten el aporte de los trabajadores en las decisiones que a ellos los impactan, o en la familia, las reglas estrictas y muchas veces sin fundamento que no abren el diálogo. Creo que a nuestras sociedades les hace falta aprender a escuchar. Sería todo diferente.

Qué entre el diablo y escoja

Si se mira a profundidad, todo tiene que ver con todo, y al final lo que parece es que las decisiones que toman otros que tienen poder, terminan por establecer una regla implícita general que a todos nos toca asumir así no estemos de acuerdo y es “mire a ver como se las arregla”. Y pasa en todo lado, y con todas las cosas, veamos algunas de ellas en detalle:

Hay que volver si o si a lo que llaman “normalidad”, mi opinión es clara, las cosas después de la pandemia no deberían volver a ser lo que eran antes, por cuidado personal, por preservación social y cuidado ambiental. Pero no, se quiere volver a lo mismo. Vuelva a trabajar presencial (pocas son las empresas que adoptaron el teletrabajo como una opción para mejorar la calidad de vida), movilícese por la ciudad sin importar como, pero llegue y sume horas nalga, porque hay que habitar el espacio sin importar si se ha pensado o no, si tiene carro déjelo en casa porque hay pico y placa todo el día, pero si quiere usarlo pague más impuestos para privilegiados, pague la gasolina más cara y si no, móntese en un transporte público, que no es bueno, que es foco de contagio, que no es suficiente. Para otros la opción es la bicicleta, pero no es para todo el mundo, es para quien puede hacerlo. Pero no podemos dejar de lado la inseguridad, porque es una variable que se debe tener muy en cuenta pero a nadie de quienes toman las decisiones parece importarle. Hay cosas que pueden hacerse desde casa, no todo tiene que ser cultura de celador, se puede generar un modelo que permita no saturar los sistemas de transporte, y tener una mejor calidad de vida, sobretodo en ciudades tan agresivas como las latinoamericanas.

Mirémoslo por otro lado, la economía. No hay que ser un experto para saber que las cosas van mal. Los pajazos mentales de gobierno obedecen a otras cosas, conveniencias políticos, golpes mediáticos, etc., la subida del salario mínimo es tan solo un sofisma que no oculta la devaluación tan tremenda del peso Colombiano, la subida del dólar que encarece todo dado que la mayoría de cosas que consumimos son importadas, y como siempre, cosas que deberían ser temporales llegan para quedarse. Las cosas suben de precio, pero jamás vuelven a bajar, y siempre hay justificaciones para todo. Solo hay que intentar hacer mercado para ver como es que realmente todas las decisiones de este gobierno han impactado la economía. Y los sofismas, es culpa del paro, es culpa de la pandemia, es culpa de Petro, es culpa siempre de los demás, nunca culpa de quienes deciden. El despilfarro del presupuesto público, la corrupción, los sobrecostos estatales están acabando con nuestra economía. El poco apoyo a los campesinos y a los pequeños y medianos comerciantes está matando a los productores locales. Hay que hacer un alto en el camino y ver que es lo que es realmente importante para las personas, y no para el bolsillo de unos pocos. Por supuesto es totalmente contradictorio, cuando hay miseria y se roban 70 mil millones en un contrato, o 50 billones en corrupción por año, o el presidente manda a hacer una edición de monedas con su cara, o la reforma a pupitrazo o todas las triquiñuelas que existen para hacernos creer que estamos en crisis, cobrarnos más impuestos y seguir desmenuzando el país.

Todo lo que supuestamente nos están “dando”, nosotros lo estamos pagando. Es nuestro dinero. Desde las vacunas hasta las ayudas, todo sale de nuestros impuestos. Y esos impuestos son los que se roban. Es el pueblo quien paga lo que roban los gobernantes y son los gobernantes que se roban lo que el pueblo paga en impuestos. Recuerden que cada cosa que el gobierno dice que dará gratis, al final somos nosotros los que la estamos pagando con nuestros impuestos. Nada es gratis, mis queridos oyentes. NADA, ES GRATIS. No importa si es de izquierda, derecha, de centro, de centro izquierda, centro delantero o lateral derecho, carajo, mientras no se dejen de abudinear el dinero, mientras no se cambie la mentalidad de celador, mientras no se piense en la calidad de vida de las personas, no va a pasar absolutamente nada. Hay que cambiar culturalmente, políticamente y socialmente. Y ese cambio solo se construye desde unas buenas bases, desde unas buenas estructuras, desde el diálogo y el debate, desde la construcción colectiva, y no desde la imposición. En todas las instituciones sociales: Gobierno, empresa, familia.

Fue por pan y salió trasquilao.

Antes de nuestras reflexiones finales, no quiero dejar pasar este indicador, que es popular, pero que mide lo que estamos viviendo. El precio del pan. Cuando el pan sube es porque estamos en la re mala. Recuerdo aquellas épocas del pan de 100, o del pan de 300. Los panaderos trataron de mantenerlo hasta el final, pero si toda la cadena de producción sube, debe subir el pan, y cuando sube el pan, estamos jodidos. Es probable que todo esto que está pasando a nivel económico termine por redundar en un consumo responsable, tal vez un consumo inteligente que nos permita de alguna manera regular y saber que comprar. Es lo único que realmente está en nuestras manos en este momento en términos de la economía, para todo lo demás, vote bien, lea, debata, proponga y no se quede esperando a que se sigan eligiendo a los mismos que nos tienen en las mismas del mismo modo y en sentido contrario. Esas frases de “roba pero hace” o “elijo al menos peor” o “es lo que hay” es lo que nos está llevando a este caos de funcionarios públicos. Nos han hecho creer (Periodistas, poderosos, etc) en estos sofismas sin dar oportunidad a las personas que realmente lo merecen. Tal vez sea hora de cambiar el juego. Cómo diría un gran amigo: “ahí les dejo ese trompo en luña”.

Reflexiones finales

Estos tiempos requieren mejores decisiones. Pensadas para las personas, discutidas y basadas en las necesidades reales de la gente, para promover la calidad de vida, la preservación de la salud, el disfrute familiar, y el trabajo responsable. ¿Será que no tenemos todavía la madurez para sentarnos a dialogar y construir colectivamente? Yo creo que si, ojalá no existan más imposiciones sino diálogo constructivo a todos los niveles.

El trabajo en casa, debería ser una prioridad para privilegiar a muchas personas que quedan expuestas a focos de contagio, o que deben pasar muchas horas de su vida en un transporte público sin poder disfrutar de su familia y de su vida. Estaría bueno pensar que estamos en una época distinta, donde nuestra vida no se puede mirar igual, ni nuestras prácticas, ni nuestras rutinas, ni nuestro trabajo, ni nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Parece que las empresas no confían en sus empleados, esa cultura de celador es una basura realmente. Deberíamos tener la posibilidad de elegir que preferimos y como podemos ayudar a optimizar recursos. Nos falta mucho camino por recorrer. Pero si se cree que se debe volver a lo que éramos antes de la pandemia, apague y vámonos. Hay que dar el debate.

Existen tantas oportunidades que se abrieron con la pandemia, que desecharlas de antemano sería un error garrafal. El mundo es aquí y ahora y está en medio de una situación contextual que lo ha cambiado todo. ¿No deberíamos también adaptar nuestras prácticas para beneficio de todos?

Nuestro país se fue pal chorizo, los índices de corrupción son cada vez más altos y cada vez tienen menos vergüenza aquellos quienes abudinean. Hay que volver a hablar de política, hay que conocer que es lo que proponen aquellos que están aspirando a cargos públicos, hay que ejercer un periodismo responsable que permita información coherente y no parcializada, exigir el derecho a la información, dialogar, debatir y construir de manera colectiva ¿Quién se anima?

Nada es gratis. Cada cosa que nos digan que nos están dando, la estamos pagando con nuestros impuestos. Cada vacuna, cada subsidio, y hasta cada robo del presupuesto público. Es nuestro dinero el que ayuda a mantener toda la estructura criminal de la corrupción, y aun así, creemos que debemos rendirle pleitesía a los gobernantes en vez de exigirles. Ahora tienen otros recursos cohesivos como el SMAD, y la misma justicia que funciona para unos y para otros es permisiva.

La invitación de este episodio, y de este año, es a dialogar, debatir, y a construir colectivamente. Hay que tener criterio, escuchar opiniones, no creer todo como nos lo dicen, y hay que volver a hablar y a escuchar. De allí se puede empezar a generar una base sólida.

Este es nuestro primer episodio de la segunda temporada de 2022, en KWX Kuwoxati podcast. Un espacio de opinión para todos. ¿Cómo ven este 2022? ¿Están abiertos al diálogo y al debate? ¿Quién se anima? ¿Cuándo empezamos? Síganme en @camaleonenojado en Instagram, en @AndrésNovoa en Facebook, o escriba a través de la plataforma de podnation.co, o escríbame a [email protected]. Buena energía para todos.

Podnation orange logo
Podcast con tecnología de Podnation