Diciembre  9, 2021

Episodio 23: La paradoja del salmón en el sistema. El año viejo de la mediocridad.

Una reflexión acerca del impacto de la mediocridad en nuestra vida cotidiana.
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Episode cover: La paradoja del salmón en el sistema. El año viejo de la mediocridad.

Música: Camilo Monery

Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX kuwoxati podcast.

Este es el último capítulo de esta temporada.

Episodio No 23

La paradoja del salmón en el sistema.

El año viejo de la mediocridad.

Preludio

Otro año más que se acaba, un 2021 confuso, revelador, espontáneo y poderoso, también lleno de muchas frustraciones y conflictos existenciales, reflexiones en torno a todo lo que la mediocridad ha terminado impactando nuestras vidas por acciones de otros, decisiones de otros, por omisiones de otros, por conflictos de intereses de otros, por que los otros nunca piensan en los otros. Y es que la mediocridad ya está instaurada en la cultura, nos acostumbramos a ella, un cáncer que creció y que nunca se detuvo y hoy pareciera que fuera imposible detenerlo. Se ve en todos los contextos y a todos los niveles. El problema es que la mediocridad se va carcomiendo hasta las ganas de exigir, lo que hace que sea mucho más poderosa. Este 2021, en Colombia se dio un estallido social producto de la mediocridad de quienes nos representan, las personas salieron a las calles para exigir y derrotar la mediocridad que nos tiene envueltos en esta crisis económica, social, política y de valores. Esta palabra nos lleva a la salida más fácil, la inmediata, el provecho particular y el no pensar en el otro, el no exigir calidad, el no reconocer al otro como otro. Abordemos un poco la mediocridad en este último episodio de la temporada con el fin de hacerles la invitación de que ojalá lo quememos como el año viejo, y exijamos para construir, para avanzar, para transformar.

Puntos de fuga

En este fin de año me encontré con una noticia que termino generando un efecto dominó, y me puso a reflexionar un montón. Un partido de futbol en Colombia bajo la lupa de las imágenes, totalmente amañado con una total desfachatez y descaro propios de una cultura acostumbrada a la mediocridad. Un simple juego de fútbol que genera indignación, pero si lo trasladamos a todos los escenarios de la vida cotidiana, con nuestras instituciones y prácticas, la mediocridad ha entrado en el sistema sin una conciencia social de lo que esta implica, y como afecta la vida de quienes luchan día a día por encima de estos paradigmas. Es que no es solo un partido de fútbol amañado, es lo que representa en esta sociedad acostumbrada a la mediocridad. Nuestros líderes y representantes ya ni siquiera se esfuerzan por demostrar que están haciendo algo, solo defienden sus intereses y legislan en relación a ellos, un síntoma de la mediocridad, se pierde hasta la vergüenza, ya no les da ni siquiera pena. Ya ni siquiera se puede hablar de ellos, porque son ellos mismos quienes se juzgan o renuncian para evitar ser juzgados, o hacen leyes para que nadie pueda siquiera hablar de ellos. Si se protesta ante las injusticias los mandan a callar con tanquetas, los abusos de poder se hacen normales, y todo se justifica porque la mediocridad incrustada en lo social, político, mediático e institucional valida y lo permite todo.

Y es que la mediocridad se ve desde las cosas más pequeñas, por ejemplo cuando salgo a caminar con mis perros en la fría y lluviosa Bogotá, caminando piso algún adoquín suelto en la calle, que guarda agua lluvia y barro y por lo general me ensucio toda la ropa, maldigo, puteo y sigo caminando, el problema no es que me moje, el problema es lo que este adoquín lleva consigo, una serie de procesos mediocres que hacen un contrato sobrecargado de presupuesto, con unas coimas que se tienen que pagar para la adjudicación, una compra de malos materiales para ahorrar y robar más, y al final, un camino mal hecho que afecta a los que caminan por él. Una serie de prácticas mediocres que afectan al otro. Por que la mediocridad tiene ese sentido. Es lo mismo que cuando pago impuestos de mis carros, en la gasolina, de rodamientos, etc. etc., y las calles están llenas de huecos y la respuesta siempre es coloquemos un nuevo peaje, o cuando cualquier obra se demora 4 veces más del tiempo planeado y cuesta 30 veces más de lo que se contrató, o el puente se les cae y pues nuestros impuestos, deben pagarlo de nuevo. No hay responsables porque tampoco hay alguien que les exija desde las instituciones. Es una serie de prácticas y conexiones llenas de mediocridad que se han normalizado y es como si eso ya fuera parte de nuestro cotidiano.

Y es que una frase muy común es “para que denuncio si no va a pasar nada”, lo vemos constantemente en las calles cuando alguien nos roba, y sabe esa persona que la mediocridad de nuestra justicia no le hará nada y estará en las calles de nuevo robando. Y es que la mediocridad es la forma en que hacemos las cosas sin calidad, sin compromiso, sin tener en cuenta las implicaciones de nuestros actos. Mediocre es nombrar un ministro de hacienda que no tiene idea de cuanto cuesta una canasta de huevos y termine generando un descontento social generalizado, mediocre es tener un presidente que no tiene la menor idea de lo que hace y que cree que su función es ser presentador de programa matutino, mediocre es una persona que no sabe las funciones de su cargo y abusa de su poder para imponerse a otros, para maltratar a otros, para aprovecharse de las situaciones y simplemente sacar provecho personal. Eso es mediocridad. Un jefe que no sabe liderar a sus equipos y que funciona con ego, gritos y maltrato.

Y es que la indignación es profunda en un país que no valora a quienes no son mediocres. Yo me he dedicado a estudiar y tratar de ser mejor en lo que hago, a prepararme para estar actualizado, para dar lo mejor de mí en un aula de clases, para incentivar el pensamiento crítico, el debate, para invitar a la construcción del conocimiento colectivo, y así, con una carrera, dos maestrías y un doctorado, tengo que ver cómo en este país la educación es mal remunerada, y además, veo que algunos líderes políticos que nos representan, presentan títulos truchos, o plagian tesis y es como si no pasara nada. Salen sin ninguna vergüenza frente a las cámaras, y no les importa lo que se les diga. Con total desfachatez hacen un número mediático y ni siquiera renuncian. La mediocridad es tan fuerte que se sigue votando por ellos en las elecciones, no se les exige, no se les compromete con los valores por los que supuestamente fueron elegidos. Pero aquel que hace las cosas bien, con calidad, que se esfuerza, que busca méritos, debe hacer el doble o triple de trabajo y a veces ni siquiera puede conseguir sus objetivos. Un ejemplo claro son los jóvenes que deben vender sánduches con el fin de hacer que uno de sus proyectos y prototipos pueda ir a la NASA, luego de haber ganado un concurso, y mientras tanto, el gobierno reduce los apoyos a la ciencia y la tecnología, o se abudinean el presupuesto sin nada que los atormente, de frente, sin asco.

La mediocridad es un signo de la decadencia de las sociedades, de la necesidad evidente de replantear las instituciones y por supuesto, la importancia de los valores que permean la cultura. Mientras sigamos pensando en la ley del más vivo como ley, y no en que es lo que verdaderamente necesitamos como sociedad, seguiremos metidos en la paradoja de la mediocridad que está corroyendo y oxidando las estructuras que nos permiten vivir en comunidad. Es un cierre de año donde probablemente se estima una pérdida en el país por corrupción de 50 billones o más que querían cobrarle a las personas en impuestos, mientras se valida a los corruptos y se les da mas fuero para que sigan siendo más mediocres, mientras se coarta la libertad de expresión y se incentivan las frustraciones de las personas.

En una sociedad mediocre, solo podemos esperar resultados mediocres, estar rindiendo pleitesía a los poderosos y validando sus prácticas. Todos aquellos que estamos en contra de la mediocridad, que nos preparamos y tratamos de marcar la diferencia, nadamos contracorriente, la paradoja del salmón. Ojalá se nos unan muchos salmones que quieran cambiar la mediocridad como valor. Ojalá de fin de año, quememos el año viejo de la mediocridad, y demos paso a una nueva era.

Reflexiones finales

Hay una gran diferencia entre ser mediocre o tratar de luchar contra la mediocridad. No sea mediocre ni valide la mediocridad. Es un sistema de cretinos que se sienten con el poder de seguir alimentando la mediocridad. Solo aquellos rebeldes que queramos exigir y generar transformaciones de calidad podremos cambiar el rumbo.

En un país donde la mediocridad reina, la rebeldía consiste en prepararse, en hacer bien las cosas, en generar buenos procesos, en valorar a las personas y en el encontrar un camino distinto.

Tenemos a una generación que ha sido mal llamada “generación de cristal”, que se ha dedicado a entender que las cosas no pueden seguir igual, que no está mal quejarse, hablar, transformar y replantear todo aquello que nos parece mediocre. Confío en esta generación, tiene la sensibilidad necesaria para conectarse con el mundo, y las herramientas para transformarlo.

Por más frustraciones que nos de la mediocridad y el sistema, no hay que decaer. Eso buscan aquellos que la promueven. No hay que rendirse, hay que exigir calidad y compromiso. Hay que nadar contracorriente.

Ser o no ser mediocre. Esa es la cuestión. A quemar el año viejo de la mediocridad, y a construir una nueva base donde podamos transformar esta sociedad.

Con esto acabamos este episodio y esta primera temporada de KWX Kuwoxati podcast, démonos una oportunidad de hacer algo diferente, de exigirle a quienes nos representan, de exigirle a nuestros jefes, de hacer nuestro trabajo, de tener valores y de generar transformaciones. ¿Alguna idea? Transformemos juntos. Siempre atento a propuestas y prácticas diferentes. Síganme en @camaleonenojado en Instagram, en @AndrésNovoa en Facebook, o escriba a través de la plataforma de podnation.co, o escríbame a [email protected] Nos vemos en la próxima temporada. Buena energía para este fin de año y un gran 2022 para todos.

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