Septiembre  7, 2021

Episodio 24: Filosofía: cinco minutos en dial 24

Comentario a la frase de Zenón de Elea: "Si existen muchas cosas, necesariamente habrá cuantas existan, y entonces su número será limitado. Pero si existen muchas cosas, su número resulta ilimitado, porque siempre habrá otros seres entre los que existen"
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00:00:00 - Si existen muchas cosas, necesariamente habrá cuántas existan y entonces su número será limitado.

00:00:17 - Pero si existen muchas cosas, su número resulta inimitado porque siempre habrá otros seres entre que existen. Senón de Lea, discípulo de Parménides, cinco siglos antes de Cristo descubrió el carácter paradojal de muchos de nuestros razonamientos aparentemente válidos. Pensador naturalmente dialéctico, antes de los sofistas y de Platón, se complacían demostraciones paradójicas como que ni el veloz aquí les podría alcanzar a una tortuga que hubiese iniciado su marcha apenas unos segundos antes, recorriendo un pequeño espacio. Ese espacio de ventaja decía, es insuperable.

00:01:00 - Absurdo. Por lo tanto, el movimiento no existe, es sólo una apariencia. Tampoco hay multiplicidad, porque si suponemos que hay muchas cosas, su número es a la vez finito e infinito. Absurdo, una vez más. Cenón fue un sabio famoso en su tiempo. Algunos genios posteriores, como Aristóteles lo criticaron, pero en realidad ninguno pudo refutar en sentido estricto sus argumentos. Y hoy sabemos que su aporía sobre el movimiento y el espacio solo puede resolverse desde la teoría de la relatividad en Insteniana, teoría también discutible y discutida ella misma. Queda pues la certeza e intuición esencial de Senón. Hay algo de irremediablemente paradójico en el pensamiento. Resistiéndose al absurdo dentro nuestro, lo puso fuera y negó evidencias elementales como que hay muchas cosas y que se mueven. Otros filósofos posteriores se negaron a vivir en un doble mundo, el aparente del cambio y el real de la inmutabilidad, condición necesaria para sobrevivir mentalmente. Idearon múltiples teorías para superar las paradojas de cenón. En el camino aparecieron otras aporías, por cada una que se disolvía otra o más de una venía a ocupar su lugar. Ya en nuestro siglo, Russell y otros lógicos propusieron, desde la lógica, una teoría canónica de la expresión que supuestamente evitaría las paradojas del pensar. La iniciativa fue acogida con entusiasmo y es verdad que algunos juegos de palabras se han aclarado. Es dudoso, en cambio, que se haya logrado el éxito esperado con respecto al carácter paradojal del pensamiento. Más bien parece haberse acentuado, pero en otra dirección. Hemos aprendido a convivir con la paradoja, con la contradicción dinámica.

00:03:03 - Desde la popularización de las dialécticas hasta los discursos de los líderes de de turno, nuestros oídos se han saturado denunciados paradojales donde se presente el absurdo sin que ni siquiera interese explayarla. Falta de lógica, quizá ser absolutamente lógicos parece una tarea más allá de las fuerzas del común de los mortales y además poco atractiva. Pero la lógica tiene su encanto. Ese no sé qué, que le da notoria superioridad a quien maneja bien sus instrumentos. Entonces, también hemos querido hacer entrar a los pensamientos paradojales en la lógica. Antes pensábamos que una expresión solo puede ser verdadera o falsa. Pedro está asentado es verdadera si Pedro está asentado. Obvio. Luego vinieron las lógicas multivalentes y probabilísticas y en ellas nada es totalmente verdadero o falso, sino en grados o porciones de probabilidad. Y finalmente tenemos lógicas sin valores de verdad. En ellas no parece haber lugar a las paradojas, al menos como la que se entendía nuestro senón de lea. Al ampliar la lógica, las hemos disuelto. He ahí el sueño de sus seculares impugnadores. Victoria a lo pirro, tal vez. Y en ese caso, Victoria que volvería a dar la razón a Senón. El pensamiento siempre termina siendo algo bradojar.

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