Luis Octavio Gutiérrez Montes: Un ser humano excepcional
Las flores que dejamos en tu tumba un día marchitarán, pero tu recuerdo, tu ejemplo, tu sonrisa, viejo Lucho, permanecerán para siempre, para siempre, para siempre…
En una sociedad donde vale mas la comida de los cerdos que la vida misma, donde silenciar es mas fácil que pensar, donde agredir es mas divertido que jugar y donde todos los días somos víctimas directas o indirectas de la violencia, la memoria de personas como tu, viejo Lucho, permanecen para siempre. Pocas cosas puedo lamentar de mi relación contigo, como que pocas veces hablamos en los últimos 20 años porque yo en los Estados Unidos me enredé en mi sueño de ser cirujano maxilofacial y tu en Colombia en el de ayudarle a la comunidad porque siempre entendiste que eras un hombre humilde de casta provinciana que luchaba con pujanza por la superación propia y la de los demás. Eso lo entendías tan bien que te apropiaste de aquellos versos que cantaba Diomedes Díaz…
Cuna qué destino te ha tocado eres un poema de tristeza eres cual un niño regañado que sólo llorando se consuela