Marzo  14, 2022

La Sana Doctrina - Parte IV

Leemos en el libro de los Hechos: 17:10-13, una historia maravillosa que nos sirve de marco para entender cual debe ser nuestra actitud personal y corporativa, cuando somos expuestos a la predicación.

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Una vez más, quiero agradecerles su permanencia en esta serie. En este día nos aproximaremos a esas herramientas que Dios nos ha provisto para discernir la Sana Doctrina, en la práctica diaria, de una manera proactiva.

Leemos en el libro de los Hechos: 17:10-13, una historia maravillosa que nos sirve de marco para entender cual debe ser nuestra actitud personal y corporativa, cuando somos expuestos a la predicación. Dice así: “Esa misma noche, los creyentes enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga judía. 11 Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad. 12 Como resultado, muchos judíos creyeron, como también lo hicieron muchos griegos prominentes, tanto hombres como mujeres. (Versión Nueva Traducción Viviente NTV). En la versión Traducción al Lenguaje Actual TLA, nos lo dice así, acerca de los nobles Bereanos: “Escucharon muy contentos las buenas noticias acerca de Jesús, y todos los días leían la Biblia para ver si todo lo que les enseñaban era cierto”. La versión Reina-Valera Contemporánea RVC, lo expresa de esta manera: “Y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era cierto lo que se les anunciaba.

Entre los estudiosos el Nuevo Testamento, no hay la más mínima duda de la inspiración divina del evangelio que Pablo anunciaba. Él mismo así lo declara en el primer capítulo de la carta a los Gálatas; en el versículo 11 dice: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” La Nueva Traducción Viviente, dice: “Amados hermanos, quiero que entiendan que el mensaje del evangelio que predico no se basa en un simple razonamiento humano. 12 No recibí mi mensaje de ninguna fuente humana ni nadie me lo enseñó. En cambio, lo recibí por revelación directa de Jesucristo”.

Es muy interesante ver que estas personas de la pequeña población de Berea, no pasaron por alto su responsabilidad del cuidado y la protección de la Sana Doctrina, por causa del predicador que estaba entre ellos, nada más y nada menos que el apóstol Pablo. Su actitud fue ir a contrastar el mensaje expuesto por Pablo con las escrituras; este test de veracidad, es inequívoco e infalible.

El asunto es que hoy en día esta actitud, brilla por su ausencia. Solamente preguntémonos en este momento con qué frecuencia hago la tarea. ¿Escucho el mensaje y creo ciegamente lo que se me dice o enseña? Más adelante hablaremos de las nefastas consecuencias de tal descuido.

Por ahora, quisiera que nos adentráramos a ver algunas de las razones que ocasionan nuestro desinterés por imitar a los nobles bereanos.

1. La Negligencia.

Leamos 1 Pe. 9:10-11: “ Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”. Encontramos en este pasaje tres palabras, sobre las que quiero llamar su atención: Inquirir, indagar y escudriñar, matizadas con un adverbio de moda: Diligentemente. De manera que para hacerle justicia a este versículo; miremos que significa la palabra diligencia en el contexto bíblico: Encontramos que es: Presteza, prontitud, rapidez, celeridad, cuidado, atención, interés, esmero y solicitud. Estos sustantivos empiezan a darnos una idea, de la manera como los profetas hicieron su labor de indagar, escudriñar e inquirir acerca de Cristo y la promesa salvífica. Quiero invitarles a que busquen en una concordancia bíblica los pasajes en donde está la palabra diligencia; Vamos a ver su rol e importancia en el éxito de la vida cristiana.

Recuerdo la historia de un notable evangelista, cuando le presentaron el evangelio de la verdad, El dijo que si existía algo como la verdad, no dejaría piedra sin levantar a fin de hallarla. Desde los doce años dedicó su vida a predicar el evangelio de Cristo hasta su muerte.

2. Confundir el mensajero con el mensaje:

Este creo que es uno de los más nocivos y letales fenómenos de hoy en día; en donde proliferan caudillos solitarios, autónomos y autoritarios, que no admiten el menor asomo de duda sobre “visiones y revelaciones”, quienes con artimañas y estratagemas de autopromoción, confunden de tal manera al pueblo que terminan considerándolos los sucesores de Cristo y en la práctica deificándolos.

Ya nos lo anunciaba el apóstol Pablo en la carta a los Romanos 1:22-23: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible. En la segunda carta de Pablo a Timoteo 3:1-9, nos despeja aun más el panorama; pues haciendo referencia a esta misma clase de hombres, comienza diciendo que son “amadores de si mismos, y añade lo siguiente: “Así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe”.

Los nobles bereanos, no consideraron el hecho de que el mensajero (el apóstol Pablo), fuera suficiente razón para obviar la responsabilidad de cotejar en mensaje con las Sagradas Escrituras.

El ejercicio de autoridad pastoral, de ninguna manera puede sobrepasar los límites que establece la biblia; sino que su legitimidad depende de su resuelta sumisión a ella. De otro lado, es también la Escritura, la que fija cuál debe ser nuestra conducta frente a quienes nos presiden en el Señor. Lo que no podemos es darnos el lujo de aprobar el mensaje, solo por quien lo trae.

El próximo episodio, que será el último mensaje respecto a la Sana Doctrina; hablaremos acerca de los pasos que debo tomar, en el caso que encuentre discrepancias al momento de contrastar el mensaje predicado con las Sagradas Escrituras.

Hasta pronto…