La brutal historia de las Poquianchis
00:00:00 - Bienvenidos al quinto episodio de asesino selecto. En este episodio narraré la brutal historia de las poquianches, historia llena de prostitución, ritos satánicos, corrupción y más de cien asesinatos. Las poquianches es el sobrenombre y nombre mediático con el que se conoció a un grupo de asesinas seriales mexicanas activas entre los años de 1945 a 1964, principalmente en la ciudad de San Francisco del Rincón,
00:00:35 - Guanajuato, México, y enterrando los cuerpos de sus víctimas en la ciudad de Purísima del
00:00:42 - Rincón, Guanajuato, México. El grupo estaba conformado por las cuatro hermanas de la familia González Valenzuela, delfina González Valenzuela, las otras tres mujeres que conformaban el grupo criminal eran María de Jesús González Valenzuela, María del Carmen González Valenzuela y María Luisa Eva González Valenzuela.
00:01:09 - La historia de las boquienchis se llenó de mitos. Entre los muchos mitos creados en torno a este caso, la prensa marillista creó el de los ritos satánicos, se afirmó que hacia 1963 las poquianches incursionaron en el satanismo, alguien les dijo que si ofrecían sacrificios al diablo ganarían más dinero y tendrían protección. Desde ese momento cada vez que llegaban nuevas niñas reclutadas eran iniciadas en un extraño ritual. Primero, las hermanas valenzuela encendían las velas formando una estrella de cinco puntas luego llevaban un gallo el cual era sacrificado entonces delfina y sus hermanas se desnudaban para untarse la sangre del animal desnudaban además a las niñas nuevas quienes eran violadas hizo domizadas por los cuidadores mientras las poquianches contemplaban la escena y se reían.
00:02:15 - Después sus ayudantes llevaban a la habitación a algún animal, un macho cabrío o un perro y obligaban a las niñas a realizar un acto sofílico para alegría de quienes contemplaban la escena.
00:02:30 - Después los hombres llamaban a las niñas para empezar una orgía en la cual las poquianches también participaban. Semanas después comenzarían otro negocio, le quitaban la carne a los cadáveres de las prostitutas que iban asesinando para venderla por kilo en el mercado, vendiendo el kilo a 3 pesos.
00:02:53 - El 25 de enero de 1964, la revista de nota roja alarma dio a conocer una de las historias más impactantes y macabras que han salido a la luz en México. Aquella portada en color amarillo mostró por primera vez los rostros de las hermanas González Valenzuela, María Luisa,
00:03:14 - Delfina, María de Jesús y Carmen. Al interior de sus páginas también se pidió una investigación minuciosa a todos aquellos que estuviesen involucrados en el hecho, pues se trataba de un caso criminal sin precedentes en la historia de México. Las cuatro administraban un burdel donde mantenían retenidas contra su voluntad a un grupo de jóvenes mujeres para esclavizarlas y someterlas a múltiples castigos. Se les atribuyeron el asesinato de al menos 150 personas, la mayoría prostitutas que trabajaban para ellas. En enero de ese año, luego de un largo tormento, una de las mujeres que se llamaba Catalina Ortega logró escapar del rancho donde la tenían privada de su libertad, escauyéndose por una abertura en la pared y caminó por largos kilómetros hasta que pudo contactar a su familia, quienes denunciaron el hecho en la jefatura de policía de León, Guanajuato, México. En su declaración mencionó los tratos despreciables de los que había sido víctima, pero sin duda el dato más valioso que dijo a la policía fue la localización de un grupo de mujeres que se encontraban sometidas y eran obligadas a prostituirse por las hermanas González. Cuando la policía irrumpió en el rancho Loma del Ángel encontró a las mujeres en mal estado y en condiciones insalubres. Todas llevaban vestidos negros viejos y chales desgastados. Su aspecto era descuidado. La policía la sacó de la propiedad y detuvo de inmediato las cuatro hermanas, pero todavía faltaban más horrores por descubrir.
00:05:06 - Una de las mujeres dijo a la policía que en el patio trasero había un cementerio no solamente de prostitutas, sino de todos los embriones que mataron cada vez que una de ellas quedaba embarazada.
00:05:21 - Las autoridades presumieron que a muchas de sus víctimas las enterraron vivas.
00:05:27 - Las poquianches fueron hijas de una fanática religiosa y un policía del porfiriato.
00:05:33 - Cuando los pobladores del rancho se enteraron de los hallazgos no dudaron en hacer justicia por su propia mano. Intentaron lincharlas, pero ante tal descontrol de la población, el juez no tuvo más remedio que enviarlas a la cárcel en Irapuato fuertemente custodiadas.
00:05:51 - María de Jesús, María del Carmen, María Luisa y Delfina nacieron en San Francisco del rincón Guanajuato y en el salto Jalisco. Hijas de Bernardina Valenzuela, una fanática religiosa Eicidro Torres, quien trabajaba en el cuerpo policiaco en ese entonces, bajo el mandato de Porfirio Díaz, se dedicaba a atrapar a los asaltantes de caminos, era alcohólico y constantemente infringía maltratos a su familia, además de que en varias ocasiones obligó a sus hijas a a presenciar los castigos de los detenidos, incluso las ejecuciones.
00:06:34 - Llegó al extremo de encarcelar durante un año a su propia hija Carmen, como escarmiento por haberse escapado con un hombre sin estar casada.
00:06:44 - También era común que ejecutara los criminales que apresaba, cumplía con su trabajo de forma eficiente, pero también le bastó un solo día para echar a perder su carrera, abusar de su rango y mató a un hombre inocente con el que tenía problemas. Después de ese altercado,
00:07:04 - Isidro y su familia tuvieron que huir y recomendar sus vidas en la ciudad El Salto, donde comenzó a trabajar como arriero. Por temor a las represalias tuvieron que cambiar su apellido paterno. A mediados de los años 30, Delfina, Carmen y María de Jesús consiguieron trabajo como obreras en una fábrica de hilados y tejidos, un trabajo arduo y mal pagado en el que no duraron mucho. Fue así que buscaron otras maneras de ganarse la vida. María del Carmen, quien era la mayor, se volvió con cubina de una barrotero de 50 años que le embarazó y que la dejó al enterarse que en 1938 conoció a otro hombre, Jesús Vargas, un tipo de mala reputación al que apodaban el gato. Al poco tiempo los dos abrieron una cantina y el negocio resultó ser muy rentable, pero debido a la mala administración de Vargas tuvieron que cerrar. Poco después se separaron, pero en el corto periodo que pasó con él, María aprendió mucho sobre el negocio de los bares. Fue entonces cuando regresó con su familia, durante esos años sus padres murieron y les dejaron una pequeña herencia. Luego de platicar con Carmen, Delfina decidió iniciar su propio negocio, inspirándose en la cantina de su hermana y sus altas ganancias en los buenos momentos. Ahí fue donde se le ocurrió la idea de abrir una cantina en su pueblo natal. Era una red familiar de complicidad. Las poquianches fueron acusadas de homicidio, tráfico de armas, tráfico de personas, crimen organizado, inhumación ilegal de restos humanos, aborto, corrupción de menores y entre otros cargos. Se aliaron con grupos de secuestradores con el fin de conseguir a menores de edad para sus negocios con la promesa de darles un buen trabajo. Al cumplir los 25 años las mujeres eran asesinadas y las que lograban sobrevivir se convertían en cómplices que debían controlar al resto de las mujeres y ayudar con los asesinatos y abortos clandestinos. El negocio que había comenzado con la venta de bebidas pronto se convertiría en un sombrío calaboso donde las mujeres ofrecían sus servicios eran esclavizadas por ellas, las reclutaban a base de engaños, algunas tenían apenas entre 13 y 16 años, la promesa de conseguirles trabajo como empleadas domésticas. Atrajo a varias jóvenes de los ranchos más cercanos y en poco tiempo el lugar tuvo mucha prosperidad. El hijo de Delfina,
00:10:00 - Ramón Torres González, alias El Tepo, era el que se encargaba de supervisar a los jóvenes en aquel lugar, además de controlar a los clientes evitando que se armaran riñas.
era el encargado en algunas ocasiones de pagar los sobornos a la policía. Carmen, quien había hecho algunos estudios contables, era quien llevaba la contabilidad y también era la encargada de los permisos, logró sacar de la clan destinidad y convertir a qué lugar en un sitio legalmente establecido. Delfina se rodeó de la protección de policías y autoridades municipales, que además eran clientes de su local. Parecía que todo marchaba muy bien hasta que el negocio finalmente cerró luego de una riña que finalizó en malos términos con algunos clientes, pues al encontrarse con Ramón en una cantina cerca de su establecimiento tuvieron una discusión y acabaron con él. Delfina decidió vengarse contratando a unas personas para que los agentes pagaron por lo que le habían hecho a su hijo. La clausura se llevó a cabo con tal impunidad, dejando en el interior más de 20 mujeres que días después escaparon a San Francisco del00:11:23 - Reincón, en una casa que era propiedad de Delfina, donde pasaron encerradas más de seis meses, viviendo en condiciones deplorables. En 1949, María del Carmen murió a causa del cáncer.
00:11:39 - En 1954, Delfina decidió abrir una nueva cantina con el nombre Guadalajara de Noche.
00:11:47 - Esta se inauguró en Lagos de Moreno y parecía más un motel donde se rentaban cuartos para parejas, el propio alcalde concedió los permisos para que el negocio operara como un bar a cambio de favores íntimos. Ya con el suficiente dinero, Delfina se fue a Guanajuato y decidió establecerse en San Francisco del Rincón. Una vez que el negocio comenzó a operar, mandó llamar a su hermana María Luisa para que también se integrara en el negocio. Ambas comenzaron a reclutar más y más mujeres. Algunas eran engañadas y otras compradas. Delfina solía acudir a las rancherías buscando jóvenes de buen ver. En muchas ocasiones se acercó a los campesinos que tenían hijas y les ofreció promesas y trabajo. En otras simplemente las raptó. Cuando llegaban al negocio, las examinaban por completo y las sometían a extensos abusos, las alimentaban con tortillas duras y un plato de frijoles, las bañaban a cubetazos de agua helada y en la noche las ponían a atender a los clientes del bar. Delfina tenía completamente el control de las jóvenes, para mantenerlas trabajando, las endeudaba vendiendoles producto de aseo personal, ropa, joyas y maquillaje, de esa manera eran esclavizadas hasta que la deuda quedara saldada.
00:13:23 - En una visita que hace María de Jesús a Guanajuato coincide por casualidad con Laura
00:13:29 - Lárraga, una ex pupila que consiguió poner su propio Burdel en León, tiempo después lo adquirió para sí misma. El negocio, ubicado en la periferia de la ciudad, fue bautizado como la Casa Blanca, pero no fue muy popular. Su suerte cambiaría luego de que un ocultista le ofreció una casa en venta. María compró la propiedad y trasladó su negocio a una mejor ubicación, donde prosperó rápidamente. La casa donde llevaban a cabo sus actividades era propiedad de un hombre apodado, el Poquianches.
00:14:07 - Ella bautizó su negocio como barca de oro, sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando
00:14:13 - María de Jesús ya era conocida como la Poquianches.
00:14:18 - El lugar era frecuentado por jornaleros, campesinos, soldados y policías.
00:14:24 - Debido a la afluencia de la gente, llegaron a ser dueñas de otros negocios del mismo giro y para ese entonces las poquianches ya habían creado una red perfectamente controlada.
00:14:36 - En 1962 las autoridades de Guanajuato decidieron cerrar todos los negocios de ese tipo, las hermanas solo pudieron quedarse con el guadalajara de noche. La menor de las hermanas Eva Valenzuela se separó de ellas y decidió poner su propio negocio en matamoros, la piernuda.
00:14:58 - Sin embargo, les pidió a sus hermanas que le ayudaran mandándoles jóvenes para que pudieran operar.
00:15:05 - Fue entonces cuando a Delfina se le ocurrió un plan más descabellado, les propuso la idea a sus otras dos hermanas de reunirse y comprar un rancho llamado Loma del Ángel para transformarlo en un lugar clandestino.
00:15:21 - Aplicaron el mismo modus operandi, comenzaron a reclutar a más mujeres, iban a diferentes lugares y las conseguían privándolas de la libertad. Cuando algunas de las mujeres cumplía 25 años eran sometidas a crueles castigos por ser consideradas viejas, se las entregaban a Salvador Estrada Boca Negra, el verdugo, quien las encerraba en uno de los cuartos del rancho sin darles de comer ni beber por varios días y entrando constantemente solo para maltratarlas y abusar de ellas, a las que estaban muy débiles y ni siquiera podían defenderse, se las llevaban a la parte de afuera del rancho y tras cavar una sanja profunda las enterraba vivas. Aquel hombre era despiadado con las jóvenes y les aplicaba crueles castigos antes de acabar con ellas, a las embarazadas las golpeaba y los bebes que lograron hacer los privó de la vida. Si alguna de las mujeres estaba enferma o débil, les esperaba la misma suerte. Las cuatro mujeres eran dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco. Sus víctimas fueron en su mayoría mujeres privadas de su libertad para ejercer como prostitutas a su servicio, aunque también asesinaron a clientes y y bebés de las mujeres esclavizadas, su número confirmado de víctimas son 91, pero se cree que pudieron matar a más de 150 personas, convirtiéndolas en las asesinas seriales más prolíficas registradas en la historia de México.
00:17:09 - Luego de varios meses, que duró el proceso que consistió en careos e interrogatorios
00:17:14 - Finalmente, Delfina, María de Jesús y María Luisa González Valenzuela fueron acusadas del enocidio, secuestro y homicidio calificado y recibieron la pena máxima de 40 años de prisión. Sin embargo, dos de ellas murieron tras las rejas antes de poder obtener su libertad. Delfina, conocida como la poquianchis mayor, falleció a los 56 años en la cárcel de Irapuato, el 17 de octubre de 1968. María Luisa, apodada, eva la piernuda, perdió la vida en su celda de la cárcel municipal de Irapuato, en noviembre de 1984, luego de ser consumida por un cáncer hepático, y María de Jesús fue la única que falleció en libertad.
00:18:05 - El caso de Las Poquianches fue tan famoso que incluso fue el argumento de obras de teatro, películas como Las Poquianches de 1976 dirigida por Felipe Casals y libros de algunos connotados literarios Las Muertas, novela de Jorge Ibargo Engoita que adaptaron la historia además que, en 2011, la serie Mujeres Asesinas, serie re-adaptada por Televisa y dirigida por Pedro
00:18:36 - Torres, se acase para el final de la tercera temporada un capítulo sobre las poquianches, dándole nombre de las cotuchas empresarias. Este fue un episodio más de asesinos electos, narrado por Alejandro Mayas.