Junio  9, 2020 | Temporada #1

Episodio 2: "Tengo miedo de contagiar a los presos" - Heidy.

Heidy Gil siempre ha tenido trabajos difíciles, con hijos de habitantes de calle y desplazados por la violencia. Pero nada como el de ser profesora de Literatura en la Cárcel Distrital de Bogotá y en algunas URIS. Y, ahora, en épocas de coronavirus, lo que empezó como una vocación terminó en miedo. Con más de 1.000 contagiados en las cárceles del país y con un hacinamiento del 55 por ciento, dar clases es toda una odisea.
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Notas del episodio

Biblioteca de la Cárcel Distrital de Bogotá (cortesía de: Secretaría de Seguridad)

Biblioteca de la Cárcel Distrital de Bogotá (cortesía de: Secretaría de Seguridad)

Gabo en la Cárcel Distrital de Bogotá  (cortesía de: Secretaría de Seguridad)

Gabo en la Cárcel Distrital de Bogotá (cortesía de: Secretaría de Seguridad)



Transcripción


[00:09]- Hombre 1

Cana: Lugar del presidio.


[00:12] - Hombre 2

Bronquete: interno lento para pensar y ejecutar acciones.


[00:16] - Hombre 3

Tapiar: apretar las nalgas para ocultar un objeto.


[00:28] - Mariana

Desde que el confinamiento obligatorio comenzó en Bogotá, Heidy Gil, profesora de Literatura en la cárcel Distrital y en varias URIS de la ciudad, supo que las cosas cambiarían radicalmente. Tuvo muchos trabajos difíciles antes, incluso recuerda que cuando era profesora de una comunidad indígena los estudiantes le hicieron creer por un mes que no hablaban español. Pero, sin duda, el de ser profesora en centros de reclusión en tiempos de coronavirus ha sido el más difícil.

Bienvenidos al episodio de hoy.


[01:02] - Jingle

Hola todos, soy Mariana y será la host en Primera persona. Bienvenidos. Primera persona, tu voz, tu historia. Tu voz, tu historia, Primera persona. Tu historia, Primera persona..., tu voz.


[01:19] - Heidy

Me tocaba armar como unos cincuenta armarios, con un destornillador y fue como no, esto es imposible. Entonces dije, me toca que me presten presos, que me presten PPLs, para armar eso y, desde ese momento, ya empezó la interacción con ellos. Y fue enseñarles que hay libros que se llaman Literatura, pero hay otros libros que son de derecho y otros libros que se llaman Filosofía, y como esa clasificación bibliotecaria para ellos era como uy, no todos los libros son iguales. Y yo ahí empecé a darme cuenta de carajo, a ellos nunca les ha pasado la escuela, nunca les pasó la escuela y el primer estamento que les llega es la cárcel. Entonces así fue que yo llegué a ese ambiente y así fue que me quede.


[02:09] - Mariana

Después de eso la biblioteca se convirtió en un espacio de libertad, tanto para ellos como para Heidy. Pasaron del castigo a la confianza. En cada libro encontraban su propia vida narrada. Por un par de horas los pabellones parecían más clubes de lectura, que centros de confinamiento


[02:33] - Hombre 3

Veintidós años... Ya olvido la dimensión de las cosas,su olor, su aroma... Escribo a tientas: "el mar", "el campo"..., digo bosque y he perdido la geometría del árbol.


[02:44] - Heidy

El año pasado hicimos un concurso de cuento. Les trabajé dos meses creación literaria pero con juicio de incluso pedir tiempo extra y demás, como ¡ay! que sean más de dos horas por favor, porque se hizo el primer concurso penitenciario, carcelario, de cuento corto. Y uno de mis chicos ganó el primer puesto...

Yo hice todo un orden del día y un señor que estaba privado de la libertad que era sociólogo hizo las palabras de bienvenida y entregamos los premios y se les hizo cartón, y el señor que ganó, que había habitado calle, se puso a llorar y nos dice, "no puedo creer que hoy sea el día más feliz de mi vida". Y yo dije como: cómo carajos es el día más feliz de alguien estando en la cárcel, estando privado de la libertad... o sea, qué triste. Y ese señor siempre, siempre lo voy a tener en la cabeza, verlo decir gracias y que todos lo felicitaban. Y era un señor que tenía muchos problemas en su celda, digamos que una cara es la que yo conozco y otra la que sucede adentro.


[04:16] - Mariana

Heidy procura quedarse siempre con esa cara, con la de los lectores, los dibujantes, los cantantes, los que siempre cuentan chistes o los que la ayudan con el taller. Su pasado les pertenece a ellos.


[04:33] - Heidy

Algo que detesto es llegar a enterarme por qué están ahí, me duele mucho. Porque digo como ¡uy, no! Es inmediato que a uno le cambia la perspectiva de la persona, siento que es imposible que no sea así. Entonces no me gusta enterarme porque, para mí, es ese señor que tiene sus tres hijos, que la lucha diaria lo llevó de pronto allí, que es muy gracioso, que dibuja terrible pero escribe bien.


[05:00] - Mariana

Pero, en la vida real, mantener esa distancia no es tan fácil...


[05:06] - Heidy

Hubo un momento que sí fue muy critico, que fue como en octubre del año pasado que yo dije, no puedo más, esto me quedó grande, me estoy congestionando mucho, no podía dormir. Y fue en las marchas de noviembre del paro que hubo aquí en Colombia. Yo me subí a un transmilenio que iba super lleno y gritaron “profesora”. El señor que iba a mi lado era un señor que estuvo preso durante ocho meses en mis talleres. Y él apenas me dijo como profe, alzó los brazos y me dijo “abráceme, estoy libre”. Y me dice como "profe yo no pensé que la fuera a volver a ver". Y en esas tres horas de Transmilenio lo conocí lo que no lo conocí en ocho meses en la cárcel. Yo tuve la crisis como en octubre que dije no puedo más y en noviembre me encuentro a este señor diciéndome como gracias leí un montón…, me la paso ahora leyéndole poesía a mi novia, y gracias y yo quede como, no, ya no renuncio.

Uno dice vale la pena, vale la pena llegar a la cárcel, pasar por todo el sistema de seguridad, que te revisen cincuenta mil veces, que de pronto ese día el guarda el policía o el encargado está de malgenio y no lo quiere ver a uno ni en pintura y te saque comentarios como de "para qué viene a leerle a violadores, sicarios, asesinos y demás", y como que no importa, vale la pena.


[06:25] - Mariana

A pesar de los días duros, esa sensación de que valía la pena siempre regresaba. Pero ahora que hay más de 1.000 contagiados de Coronavirus en todas las cárceles, penitenciarías y Uris del país las cosas han cambiado. Los internos están angustiados y los motines se han hechos frecuentes, para los talleristas, profesores y demás trabajadores solo queda el miedo.

Heidy abrió un hueco a la libertad a través de la literatura de viajes, de las cartas, y la poesía. Benedetti y Cortazar, dice ella, son los autores favoritos de la Cárcel Distrital. Pero, esa libertad ilusoria ya no es suficiente ante una realidad tan abrumadora como la que están viviendo...


[07:09] - Heidy

Yo llegué después del simulacro y que nadie quería salir y yo como qué, cómo ¿que nadie quiere salir? Y yo como imposible, ellos mil veces prefieren salir a la biblioteca a estar con setenta personas en una celda. Lo que nos dimos cuenta es que no es que no quisieran recibir los talleres, sino que tenían miedo. Ellos no sabían nosotros de qué localidades íbamos, si estábamos contagiados o no. Precisamente ese fin de semana hubo motín en casi todas las cárceles, en las Uris, en los centros. Hubo motín en todo lado...

Ellos tenían ese miedo de que nosotros los contagiáramos, pero, relativamente nosotros teníamos miedo de qué tal que hagan motín, qué tal hagan motín, qué tal pase esto, qué tal alguien se rebele. Ahí se perdió ese proceso en la medida en que no se pudo dar continuidad a lo que veníamos.


[08:19] - Heidy

Lo primero que nos dijeron es tenemos que parar dos, tres días y tenemos que reorganizar todos los protocolos internos, ya no los externos de ingreso, sino ya no pueden estar con dos. Se levanta un solo preso y usted qué va a hacer. La policía es muy dura con eso y es como usted qué va a hacer si es mujer, o sea yo lo siento así. Del grupo de veinte antiguos, solo uno quiso volver al taller y el mismo me dijo, yo primero dije no. Ya me di cuenta profe que no nos van a soltar, que vamos a seguir aquí y que o salgo aquí con el miedo de que me contagie o me quedo allá encerrado viendo cuatro paredes todos los santos días. Porque algo muy importante y es que como medida se tomó que no los visiten, ellos no tienen visitas. Generalmente a ellos los visitan una vez cada quince días, durante diez minutos y esa es la gran esperanza de ellos, que llegue ese domingo, que lleguen esos diez minutos y puedan ver a su familiar y ya no existe. Entonces ese señor me dijo o me quedó en esa presión de miedo o salgo y la veo, nos reímos, vemos película, me tomo un tintico y vuelvo a la celda con mi librito.


[09:40] - Mariana

Aunque la situación de los presos, o Ppls como dice Heidy, se ha vuelto cada vez peor, en un país en el que el hacinamiento y la violencia en las cárceles ya era alarmante. La de quienes acompañan sus procesos también lo es. En estos meses a Heidy la han intentado atracar dos veces en transmilenio, ha tenido que gastar, después de eso, mucho más en taxis. Ella y su familia temen que se contagie o los contagie. La disposición para recibir los talleres cambió. Aquí todos están haciendo su mayor esfuerzo..., pero es difícil...


[10:16] - Heidy

Yo siento que mi mamá sí se congestiona mucho, como Heidy tiene que salir y estar con la Policía. En la policía están contagiados muchos. Uno no sabe. Por ejemplo, en las noticias hoy salió que hay otra Uri con 20 contagiados, entonces empiezo a maquinar y empiezo a pensar será que en la mía también, será que en la cárcel hubo un guarda con Coronavirus y por eso se cancelaron los talleres, será que sí. Y hay lapsos en donde medio me da tos y lo primero que pienso es a quién toqué. Y ha sido muy triste porque la biblioteca en parte tenía el color de cada ocho días teníamos un invitado, un músico, un artista. A ellos les encanta eso, porque dicen yo, un señor que no tiene nombre está entrevistando, está cantando, está conociendo a este periodista famoso o no, pero es como, carajo, puedo hacer otra cosa diferente.

Me decían no puedo dormir y yo como, pero tranquilo, y me decían no es que me da muchos nervios no hacerlo bien profe. Entonces es curioso porque ellos vienen de otros contextos de bueno están condenados por múltiples cosas pero porque nunca les llegó la escuela, digamos es como mi gran reflexión en ese aspecto es como nunca les llegó el Estado de otra manera sino ya punitivamente, ya castigo. Entonces sí cambió un montón la dinámica de prepararnos. Esa emoción se perdió un poquito, pero ya sabemos que lo poquito que se puede hacer en cuarentena es ya un milagro. Cada día es como, quién sabe si nos vemos mañana.


[12:07] - Mariana

Heidy se ha bastado de la mitología nórdica, griega y precolombina para que los presos vean que los miedos de los hombres, las pestes y enfermedades han sido una constante en la humanidad. Esa es su forma también de desahogarse, de sacar todo lo que la angustia sin ponerle más peso a sus alumnos, que ya tienen suficiente con sus propias realidades.

Tras varios segundos de silencio, cuando ha quedado la sensación de que esto está perdido, de que se siente ahogada entre su trabajo y el deber, añade:


[12:42] - Heidy

Con o sin pandemia, cada vez que un preso lee por dos minutos un poema y me dice que le cambió la vida, que cuando salga quiere ser escritor, yo me voy con esos dos minutos y siento que todo valió la pena, y digo, no, hay que seguir, hay que seguir...


[13:05] - Hombre 3

Pobrecitos creían que libertad

era tan solo una palabra aguda

que muerte era tan solo grave o llana

y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos

sino de otros más duros y siniestros

y estos sí

cómo nos ensartaron

en la limpia república verbal

cómo idealizaron

la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército

que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere

uno no siempre puede

por eso estoy aquí

mirándote y echándote

de menos.


[13:43] - Mariana

Agradecemos a quienes representaron las voces de los presos, que, por razones de seguridad, no pudieron aparecer acá. Las intervenciones que escucharon al inicio vienen del Diccionario Canario, creado en los talleres. Y, los poemas son fragmentos de Decidme cómo es un árbol de Marcos Ana y Hombre preso que mira a su hijo de Mario Benedetti.

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