Septiembre  15, 2021

Episodio 19: La romantización del trabajo. La esclavitud moderna basada en la necesidad.

Una reflexión sobre la forma en que se romantiza el mundo laboral en oposición con la búsqueda de la felicidad.
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Episode cover: La romantización del trabajo.  La esclavitud moderna basada en la necesidad.

Música: Camilo Monery

Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX kuwoxati podcast.

Episodio No 19

La romantización del trabajo.

La esclavitud moderna basada en la necesidad.

Preludio

Es increíble cómo hemos llegado a romantizar el trabajo, en muchas oportunidades creer que lo es todo y pasar más horas del día pensando en cumplir con un horario y unas obligaciones antes que disfrutar la vida en sus distintas perspectivas. La vida del trabajador está totalmente condicionada por la necesidad, por un horario, por la cantidad de horas nalga que puede demostrar, por la famosísima productividad que se mide para operatizar la vida de un trabajador como si fuera una máquina. La romantización del trabajo al final es definitivamente la mayor estructura de manipulación del sistema, que nos obligó a tener que producir todo el tiempo para pagar deudas, para vivir lo que llaman “cómodamente” intentando clasificarnos en bloques de personas sumisas, que aunque crean tener algo de poder como por ejemplo el calificativo de “jefe”, al final de cuentas son solo un eslabón maquiavélico que el sistema ha establecido. Podríamos decir que el trabajo como sistema es la esclavitud moderna, donde los látigos son las cuentas, o la necesidad y al final, no importa si se es bueno o no, existen cualquier cantidad de pelotudos que están en altos cargos, o manejan la necesidad de otros, solo por nacer con un apellido, o heredar una cadena de redes o de agendas que les permiten definir su futuro.

Puntos de fuga

Imagine este escenario: No tiene que trabajar, no tiene que levantarse todos los días a la misma hora para planificar un cronograma, no lo tiene que hacer. El sistema le provee lo que requiere, cubre sus necesidades, puede viajar, puede hacer lo que se le venga a la cabeza. No tiene que estar preocupado por pagar un arriendo, una cuota del carro, o una tarjeta de crédito. Solo tiene que vivir y disfrutar. ¿Qué haría? Es una pregunta que aunque parece obvia, la respuesta no es tan fácil. Desde mi perspectiva, yo me dedicaría a viajar, a vivir, a escribir, a pintar, a hacer todo lo que me gusta sin problema y sin afanes, pero luego de un tiempo, estaría preguntándome si no hay más, si no debo trabajar, si no debo producir, si no debo resolver los afanes de cada día.

Y es que es tan fuerte este escenario que les presento, que nos han programado de tal manera que les puedo asegurar que es difícil imaginarse una vida sin esa palabra tan condicionante “trabajar”. No podemos pensar la vida sin tiempos organizados, sin llamadas, sin estrés, y lo que termina siendo peor, creemos que sin el trabajo la vida no es lo mismo. Yo creo que definitivamente nos han creado toda una historia alrededor del sistema que nos dice que trabajar es parte de nuestra vida. Culturalmente nos han inculcado y se incrustado en nuestras mentes, que si no hay trabajo no hay vida, y por supuesto, en un mundo donde la culpa se ha radicado como un rasgo característico de nuestros tiempos, si no “aprovechamos el tiempo”, si no “estamos produciendo” o si no “ganamos dinero” es como si no hiciéramos nada. Es a tal punto que nos tienen clasificados, usted es apto para un préstamos, tiene buenas calificaciones, “debe tener una vida crediticia” porque el deber ser es hacer parte del sistema para lo cuál nos rompemos el lomo como si no existieran otros caminos.

Trabajar se ha convertido en una necesidad tan incrustada en nuestras vidas, que muchas veces no lo disfrutamos, tenemos que hacer lo que haya que hacer y no lo que nos gusta, y esto da la posibilidad de que las personas que se mueven alrededor del mundo laboral, se puedan convertir en unos tiranos. Esa famosa percepción que tenemos de la palabra jefe, que no respeta horarios, que maltrata, que pasa por encima de los empleados (no todos pero la gran mayoría), hacen que la gente trabaje, pero odie sus trabajos, que gane un dinero, pero que realmente se sienta abrumado ante las circunstancias, que llegue el fin de semana y quiera desconectarse de todo, y que no pueda porque el trabajo como se concibe hoy en día es la esclavitud moderna, pareciera que debemos estar conectados 24/7 sin importar nuestros espacios y tiempos (que son mínimos) para desconectarnos del mundo. Y es que vivimos en función del dinero, dinero que categoriza, que segmenta, que clasifica a los seres humanos, y que les asigna un status. El juego por la búsqueda del dinero para “vivir bien” termina siendo al final de cuenta la pérdida del tiempo que uno dedica a vivir y a percibir el mundo desde otra mirada. Tal como lo decía Mujica, “Cuando tú compras algo no lo compras con dinero, lo compras con el tiempo de tu vida que gastaste para tener ese dinero”, porque el dinero es un papel o una representación virtual que perseguimos con el trabajo, porque creemos que nos dará la felicidad, pero que a final de cuentas lo que hace es quitarnos el tiempo que nos da la vida para disfrutar.

La romantización del trabajo como esclavitud encubierta se da con diferentes mitos que se han creado:

- Nos han convencido que sacrificar la vida es ponernos la camiseta.

- Nos han hecho pensar que cuando no estamos disponibles fuera del horario de trabajo, realmente no lo estamos dando todo por la empresa. No se porqué se asume que las personas no tenemos vida, y que nuestra vida cuando se reconoce se da en función del trabajo.

- Quieren justificar las trasnochadas o el trabajo en extremo, con pizzas y pollos y realmente no se valora el esfuerzo extra que siempre se da. Pareciera que simplemente uno debe hacerlo porque si.

- Nos hacen pensar que la figura del jefe se convierte en un rol omnipresente al cuál se le debe rendir pleitesía. A esto hay que sumarle a todo lagarto que quiere quedar bien con aquel personaje y termina asumiendo la misma actitud o principios perversos maquiavélicos que maneja el jefe en cualquier trabajo.

- Pareciera que el pensamiento crítico no es valorado, a los jefes no les gusta que les digan las cosas, o las críticas, o la simple opinión sobre algún tema del cuál uno no está de acuerdo.

- El trabajador de por si, debe ser miedoso y sentir culpa todo el tiempo. La necesidad se vuelve el eje sobre el cuál se manipula el accionar de la vida de las personas.

- La inmediatez que el trabajo requiere, todo de ya pa ya, se convirtió en una práctica normal. No importa la salud mental de nadie, solo hay que presionar.

- El talento no es importante, hay mucha gente que odia en lo que trabaja pero debe estar allí por necesidad. El talento se diluye en el trabajo mal pago y en las idioteces del día a día.

- Constantemente se convive con el concepto de la amenaza... si usted no hace pasaré un informe con copia a su hoja de vida... si no lo hace lo despido... si no lo hace.... si no lo hace..... la amenaza se normalizó y se convirtió en pan de cada día. El exceso de poder y la imposición por posición de unos sobre otros es tan solo un juego estratégico para mantener la amenaza constante sobre la necesidad de poder pagar cuentas.

- El trabajador debe sacrificar su vida, sus tiempos, debe estar presto a los cambios que se le ocurran a los jefes, a la empresa, todo en aras de aquella palabra maldita “la productividad”.

- El trabajador cuenta con objetos de deseo, quiere avanzar, ganar más salario, tener más oportunidades, pero es un objeto de deseo a final de cuentas, porque si no se cuenta con la palanca, a veces es muy difícil de conseguir.

- El sistema obliga a las personas a sacrificar muchas cosas, cada vez es más complicado separar la vida laboral de la vida familiar o el tiempo que uno debería destinar para uno mismo. No hay fronteras. El sacrificio es constante y la vida se convierte en el trabajo y el trabajo en la vida.

- El trabajo que debería ser un sustento con límites y fronteras, se termina romantizando, y uno termina aceptando cualquier cantidad de violaciones al buen trato, al respeto por el tiempo, a la vida misma que uno debería respetar por encima de todo. Muchas veces nos enfermamos, tenemos síntomas que ni siquiera el sistema de salud reconoce, pero que van asociados a temas de salud mental como la ansiedad, la depresión, desordenes alimenticios, estrés, entre otros muchos. Y la presión se presenta allí como un rasgo característico del trabajo en el sistema en el que estamos. Las personas también asumen esos roles de tiranos, sin darse cuenta, porque a todos nos exigen y nos presionan sin importar el cargo que asumamos.

Reflexiones finales

El trabajo es trabajo, y es importante en el sistema de consumo en el que vivimos, pero no es la vida. Ninguna persona, ni un jefe, ni un empleador, ni un compañero de trabajo debería ser un tirano. Si hay que trabajar debería ser una práctica cotidiana en donde unos disfrute, se pague acorde a las capacidades del trabajador, se respeten las fronteras, y se busque el equilibrio entre las horas laborales y la cotidianidad.

No romantice su trabajo, más bien le invito a que se haga estas preguntas ¿Soy feliz haciendo lo que hago? ¿El salario vale la pena para no tener vida? ¿Tengo vida después del trabajo? ¿Estoy haciendo lo que debo hacer o solamente hago lo que pude conseguir? Cuando se pregunte eso y vuelva a analizar su contexto, vuélvase a preguntar ¿Soy feliz?

El talento debería ser lo más importante para valorar a una persona en cualquier trabajo, pero al final de cuentas gana el apellido, la palanca o los egos. Si usted es jefe, ¿valora el talento de las personas que lo acompañan, por lo menos los conoce? Si usted es empleado, ¿hace lo que realmente sabe o quiere hacer?

El sistema está cambiando, las personas pueden ganar plata de mil maneras, es más, los jóvenes deciden en muchas oportunidades siquiera estudiar porque piensan que no van a tener oportunidades. Estudiar por varios años, pagar mucho dinero en universidades para salir y no percibir ni un mínimo son temas que los ponen a reflexionar y a decidir. Al final de cuentas, ¿la vida es lo que siempre nos han vendido a existe algo más?

No deje que los egos y la envidia lo lleven a no disfrutar las cosas. Alégrese por aquel que le va bien, celebre el ascenso de alguien, siéntase bien por quien fue a perseguir sus sueños. No piense que todo es una conspiración o que nadie más merece que le vaya bien. Todos merecemos ser felices y todos merecemos vivir en condiciones óptimas. En vez de romantizar el trabajo y generarse mil mambos en la cabeza, romantice su vida, sonría, sea feliz, enamórese, viaje cuando pueda, conozca, haga lo que siempre ha querido, cuente historias, deje huellas, viva y deje vivir. Ahí, con pequeñas acciones entenderá que el trabajo es trabajo, pero que nadie le quitará jamás lo bailao, y la vida es para bailar, escoja con quien y continúe, que el aquí y el ahora le están esperando.

Con esto acabamos este episodio de KWX Kuwoxati podcast, una pequeña reflexión sobre la romantización que se da en el sistema laboral en oposición a la vida y la felicidad que deberíamos buscar. Pregúntese si es feliz, si vale la pena perder su vida por ese sueldo, si esa pizza a las 3 de la mañana realmente es la vida que se planteó. Si no lo es, tal vez está en el lugar equivocado y hay que cambiar. La necesidad y el miedo son fantasmas que no permiten que las personas tomen decisiones. Sígame en @camaleonenojado en Instagram, en @AndrésNovoa en Facebook, o escriba a través de la plataforma de podnation.co, o escríbame a [email protected] Nos encontramos pronto. Buena energía.

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