Enero  7, 2021

Episodio 1: El adentro y el afuera

Algunas reflexiones del adentro y el afuera en tiempos de cuarentena.
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Episode cover: El adentro y el afuera

Música: Camilo Monery

Agradecimiento especial: Mariana Ravagli

Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX kuwoxati podcast. 

Episodio No 1

El adentro y el afuera

Preludio

Por donde comenzar, una mirada adentro para entender todo lo que este 2020 nos ha afectado, sin ingresar en lo positivo o lo negativo, no se trata en este momento de dar un juicio de valor, sino de comprender la forma en que nuestras percepciones se fueron transformando con cada cambio, con cada toque de queda, con cada cuarentena, con cada forma relacional con personas, espacios y objetos. Nuestra vida se modificó y se convirtió en una estructura compleja llena de miedos, pero también de anhelos, de manos llenas de antibacterial, aerosoles con alcohol, mascarillas y 2 metros de distancia, y el mundo continuó, la tierra siguió girando, y aquel virus tan pequeño, nos demostró lo insignificantes que podemos ser dentro del universo. Por ello, no quiero hablar de cifras, sino tal vez de conceptos y percepciones, muy personales por supuesto. Particularmente me concentraré en este episodio en dos, en el adentro y en el afuera. 

Puntos de Fuga

Tal vez una de las dicotomías más complejas que han transformado su percepción son las del adentro y el afuera. Cada una con sus sensibilidades. Antes de la pandemia el adentro era un espacio de tránsito, aquel lugar donde llegábamos a dormir, a cenar, a ver televisión, con unos tiempos y unos rituales muy precisos. Y el afuera, era esa oportunidad de recorrer el mundo, de caminar, de tener una mirada sobre otros, de saber donde colocar los pasos, de relacionarnos con el espacio, y terminar de nuevo nuestro recorrido. Pero de un momento a otro todo cambió. La cuarentena nos obligó a pensar en el afuera con miedo, con metros de distancia, con nuestros labios tapados y con la necesidad de evitar cualquier cercanía con los otros. Bueno, lógicamente es mi caso. El miedo me llevó a tener varias veces fiebre psicológica, angustia existencial, problemas de respiración y hasta COVID ficticio. El termómetro pasó a ser un objeto tan esencial en casa como el control remoto, y los rituales que antes estaban destinados para descansar de la jornada, compartir o tener entretenimiento se modificaron con los espacios, que se empezaron a delimitar en zonas de desinfección, espacios de trabajo, y por supuesto, el entretenimiento que cambio todo. En mi caso es probable que haya multiplicado enormemente mi tiempo frente a las pantallas en términos de entretenimiento ya que el aburrimiento en el adentro no puede ser una opción, no hay que olvidar que nuestra mente conecta, y pensar en todo esto es abrirle paso a la depresión, a la angustia, a la ansiedad y a muchos males relacionados con la salud mental a la que parece no le paramos tantas bolas. 

Quiero concentrarme en algo particular, el trabajo. Mi apartamento se convirtió en mi oficina, y mi tiempo se quedó corto para cumplir con mi trabajo, así, he trabajado más horas frente a una pantalla, con reuniones virtuales que pudieron ser un correo y con un cansancio visual y mental enorme. Esa concepción que se tenía en el “antes de pandemia”, en el que la hora nalga era lo que marcaba la famosa “productividad”, se cambió por llenar millones de informes, encuestas y plataformas, para poder comprobar los resultados de la labor. La confianza en muchos casos se fue pal chorizo, el tirano se hizo más tirano, y el pelotudo más pelotudo, amparados en esa falsa idea de “es que la tecnología me supera” o “es la única forma que tengo para comprobar que si hizo”. Quiero contarles que tuve que colocar hora de oficina en mi casa, ya que se estaba convirtiendo en una labor de 24 horas y esa intimidad del adentro se estaba perdiendo en esa búsqueda de la productividad por encima del bienestar. 

Por otro lado, en el adentro, convivir con el otro o los otros o con uno mismo. Una sensación bastante particular. El tolerarse, parece extraño, pero es bastante complejo. Mientras en el antes, las horas de compartir con la pareja, con los hijos, con la familia, o con cualquier persona dentro de la casa eran contadas y determinadas por los fragmentos horarios de la rutina, la pandemia dejó en el adentro la obligación de soportarse y entenderse así fuera a la fuerza con quien se vive, 24 horas del día, cada uno en su propia noción de virtualidad y productividad, tratando de seguir conectados desde el adentro con el exterior. A esto le podemos sumar la cantidad de personas que no soportaron la presión y terminaron separándose, siendo este un ejemplo, o lo fuerte que fue que las víctimas quedaran encerradas con sus victimarios, tema que quisiera tocar en particular en un episodio aparte, pero siendo este otro ejemplo de los miles que puede traer este cambio de noción. Caso aparte el hecho de tolerarse y soportarse a uno mismo. La vida social lo hace a uno plantearse imaginarios que difieren frente a esa mirada propia en el espejo. 

Ahora bien, hablemos del afuera, aquel que apreciamos por la ventana, cuando salimos a caminar, o cuando ingresamos a un lugar particular como un supermercado o una droguería, que termina siendo un adentro independientemente de lo que implica el afuera del propio hogar. En lo que a mi respecta, me da un cagazo aun tomar la decisión de salir, y si lo hago me preparo como si fuera a la guerra, a veces me imagino que pronto vendrá el apocalipsis zombie, y por donde voy mirando voy planeando rutas de escape, para sobrevivir. No es broma, mi mente aun antes de pandemia lo hacía. Tal vez me imaginaba la versión de “the Walking dead Bogotá” o algo por el estilo. El afuera ahora implica estar preparado, pensar los pasos, no dejar mucho a la improvisación. Bueno, es mi caso. Antes me antojaba de muchas cosas, ahora planeo hasta mis compras. Trato de ir a horas específicas con tal de encontrarme la menor cantidad de personas posibles, y si veo algo medio lleno tomo otro camino, o por lo menos trato de evitar ingresar. Por lo general vuelvo a casa. Tengo la ventaja de tener a mi perro Chewbacca, que ya se acostumbró a pasear varias veces al día en oposición al antes de la pandemia. Tremendo estado físico se gasta ahora, y nos ha obligado a nosotros también a tener un buen estado físico. El afuera representa una dualidad, que es tratar de salir a abastecerme, caminar, saludar pero sin abrazos ni manos, tratar de estar lo menos posible afuera para volver a casa, al adentro.  Pero el adentro me genera ansiedad y quiero estar afuera, pero el afuera genera miedo y quiero estar adentro. 

No entiendo como muchas personas salen a las calles sin mascarilla, a celebrar un triunfo de un equipo de fútbol o a buscar una rumba, pero a la vez entiendo a todos aquellos que lo intentan. No me cabe en la cabeza que no nos cuidemos pero comprendo la situación de quien vive sin estar mi zona de confort de tener un trabajo, de poder trabajar en casa y de poder pagar mis obligaciones. No puedo tolerar los medios de comunicación que son amarillistas en vez de estar para informar y apoyar las crisis, pero comprendo que vivimos en un sistema en el que el entretenimiento y el amarillismo vende, sin estar de acuerdo sea el momento para aclararlo. 

Es muy complejo pensar en el antes y el durante de la pandemia, en esa relación entre el adentro y el afuera que es tan subjetivo que cada cuál lo interpreta según su situación, y se escuchan clichés como “la nueva normalidad” o el que más me parece absurdo “tenemos que reinventarnos”. Creo que el después de la pandemia volverá a colocar en contravía muchos conceptos, incluidos el adentro y el afuera. Por ello, traigo conmigo algunas reflexiones y preguntas que pueden ser debatidas  y comentadas en @camaleonenojado en Instagram, en @AndrésNovoa en Facebook o en los comentarios de este podcast. Todas las visiones son válidas. 

Reflexiones finales: 

Primero: Póngale atención a la salud mental, no se crea que es la persona más fuerte, todos estamos afectados por esta situación y deberíamos dejar que nuestras emociones vivan más, hay que soltarlas un poco y no cargar tanto peso sobre la espalda. 

Segundo: Depende de nosotros que el adentro no se convierta en un infierno, y que el afuera no se convierta en un desafío intimidante. Desde mi perspectiva hay que tomar las precauciones necesarias pero entender que cada espacio es importante, tiene su valor y se debe aprovechar de la mejor manera. No convierta su casa en una oficina, delimite tiempos y espacios y busque la mejor adaptación. Cuídese cuando esté en el afuera pero disfrute mientras pueda. 

Tercero: Si tiene mascota disfrútela. Creo que Chewbacca me ha salvado millones de veces de las crisis. 

Cuarto: Si vive con alguien dese la posibilidad de conocer y reconocer sus ideas, sus pensamientos, sus angustias, de respetar sus espacios y de aprender a manejar los tiempos y los espacios. 

Quinto: Recuerde que la mejor versión de usted mismo es la que está viviendo. Parece ilógico pero cada emoción, sensación, comportamiento y sentimiento tienen su momento. No se presione y enfréntese al espejo. Viva su momento en el momento. Esa será siempre su mejor versión. 

Sexto: Si sabe cocinar, aprovéchelo, si no sabe, aprenda. No sabe lo interesante de explotar su sensibilidad en la cocina y la recursividad que se adopta cuando no se quiere comer lo mismo todos los días. 

Séptimo: El entretenimiento tiene múltiples visiones, es importante pero no solo está en las pantallas. Puede estar en un hobbie, en el deporte, en el arte, en la lectura o en lo que se le ocurra. Es momento de dejar aflorar toda su creatividad. La creatividad no es algo exclusivo de unos, todos somos creativos. 

Octavo: Escriba ese correo que no escribió, ese mensaje que no le envió a esa persona, haga esa llamada que pospuso durante mucho tiempo. En momentos de crisis hay que reconocer lo importante y exponenciarlo al máximo. 

Noveno: Recuerde que no es el único que se está sintiendo solo, amargado, abandonado a su suerte. Todos estamos en crisis, unos mejor que otros, y por momentos unos peor que otros. Pero este es algo que nos excede dentro de lo que creíamos ser. 

Por último, no crea una sola palabra de lo que le he dicho si no quiere, arme sus propios conceptos, sus propias rutinas, sus propias emociones. Nadie le puede decir como se siente, ya que nadie conoce lo que cada quien lleva a cuestas. Que su adentro y su afuera se transformen a conveniencia. Comente, escriba, debata y respete al otro, que probablemente tiene también lo suyo. 

Con esto finalizamos este episodio de “Kuwoxati podcast”. Nos encontramos pronto. Buena energía. 

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